Macri y el karma de la agonía

Los resultados fueron un golpe mortal para el proyecto de reelección de un gobierno que no supo gobernar ni leer la realidad nacional.

El sufrimiento de millones de argentinos se tradujo en un castigo contundente al gobierno, que ahora agonizará durante los cuatro meses que le restan para entregar el poder.

El domingo por la noche dejó como recuerdo un nuevo papelón del macrismo, negándose de forma infantil a entregar los resultados, con un presidente pidiéndole a los argentinos que «se fueran a dormir», como si el sueño de ellos pudiera impedir la pesadilla que se vivía por esos minutos en el bunker de Juntos por el Cambio.

Flanqueado por Miguel Pichetto y María Eugenia Vidal, el presidente mostró una vez más su poca capacidad de análisis y resolución, la misma que sembró de errores el último mes de campaña, con ciclotimias que iban de los gritos al llanto, sin propuestas ni lectura de la realidad.

Hoy el gobierno sabe que el final es irreversible. No tiene otro destino que abroquelarse en no perder su bastión porteño en segunda vuelta. A Horacio Rodriguez Larreta le hacen falta cerca de 5 puntos porcentuales para asegurarse ese triunfo, y la ola derrotista podría llevarselo puesto como a María Eugenia Vidal, que quedó inmersa en la bola de nieve de sus propios índices de un gobierno bonaerense que fracasó en cosas elementales, sumados a los votos que le restó la estrategia presidencial de no desdoblar las elecciones provinciales.

Enfrente, el peronismo unido, se convirtió en una fuerza inesperadamente (aún para los mas optimistas) arrolladora. Se impuso por paliza en todo el país, salvo en CABA y la esquiva Córdoba.

Pintó de celeste el conurbano y pelea palmo a palmo las grandes ciudades bonaerenses, como La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca, donde se espera una dura batalla en octubre para los oficialismos amarillos.

Fueron cuatro años de errores, muchos de ellos por convicción política y otros por propia incapacidad, que los argentinos decidieron cobrarle de forma contundente al presidente y su espacio político. Ahora le queda encontrar la forma de sellar una salida que cuide a los argentinos y no los deteriore aun más de lo que ya lo hizo desde diciembre de 2015.

 

 

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